El cuidado de nuestro cuerpo
Nuestro cuerpo es lo único que realmente nos pertenece, es lo único que
podemos salvar, podemos ser los héroes sólo de nosotros mismos, de nadie más.
Alimentación
Una alimentación balanceada es signo de fortaleza y de orden. Los problemas
alimenticios se deben a la falta de un horario para ingerir los
alimentos y la falta del conocimiento en materia de
alimentación. Los problemas de alimentación provocan sobrepeso, cansancio,
enfermedades. Incluso pueden ser más graves en el
hombre que en las mujeres debido a nuestra cultura en donde al hombre no se le
reprocha su aspecto físico en en mismo grado que a la mujer. Debemos
preguntarnos porque la mortalidad en los hombres
es de diez años más jovenes que en las mujeres.
Ejercicio
El ejercicio es una actividad que se deja siempre de lado, sólo nos importa
la diversión, no el ejercicio como actividad que nos puede mantener en buena
forma. Pasamos el tiempo quejandonos de dolores diversos, la espalda, la cabeza,
o en el mejor de los casos, un cansancio de todo el día. Una rutina de
ejercicio de 15 a 20 minutos diarios nos puede cambiar el ánimo y la sensación
de nuestro entorno. Podemos sentirnos bien con nosotros mismos si nos
comprometemos a mantener nuestro cuerpo en forma. Haríamos lo que fuera por
conquistar a la mujer de nuestros sueños, por protejer a nuestra madre, ¿porque
no podemos hacer algo por nosotros mismos?
Meditación
La meditación es una de las mejores vias de encontrar nuestro
interior. Es una actividad espiritual en donde la fuerza radica en nosotros
mismos. Relajar nuestro cuerpo, sentir su peso, el espacio que ocupa cada parte
de nuestro físico, cada uno de nuestros órganos internos. La meditación puede
llevarnos a un ambiente nuevo que sólo nosotros conocemos porque es nuestro
interior profundo.
Estos tres elementos me permitieron comenzar a recuperar mi persona, verme como me
gustaría que me viera mi pareja, tratarme como me gustaría que me trataran los
demás. Cuidarme como quisiera cuidarme mi madre. Escucharme como quisiera
escuchar a mi padre.
Imagen: Marcellus (sobrino de Augusto), Roma, 23 AJ, Museo de Louvre